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Operación Fénix: 114 allanamientos. una concesionaria de Ceres involucrada en los delitos

En más de 100 allanamientos, 44 personas quedaron detenidas y se secuestró una suma millonaria. En Ceres secuestraron 8500 dólares, un fusil y 7 millones de pesos.

Una investigación que fue bautizada como «Operación Fénix» por las diversas dificultades con las que los pesquisas se fueron topando a lo largo de estos casi dos años que llevaron detrás de los ahora detenidos.

En total, el fiscal Hairabedian ordenó la imputación de 66 personas: 44 de ellas fueron detenidas en 114 allanamientos simultáneos con epicentros en los barrios Villa El Libertador y villa La Tela, de la Capital cordobesa, además de localidades del interior provincial, la ciudad de Ceres, en Santa Fe, y Salta.

MEGA OPERATIVO CON ALLANAMIENTO EN CERES. Entrevista de FM CERES 98.7 MHZ. con Juan Federico periodista de policiales de Cadena 3 Argentina.

Juan Federico de Cadena 3 en FM CERES 98.7

Las figuras del Código Penal son múltiples: robo, contrabando, lavado de dinero y, sobre todo, asociación ilícita. Y no se descarta alguna vinculación con el narcotráfico.

Un megaoperativo que comenzó pasadas las 2 de la madrugada de este miércoles en la Escuela de Cadetes, en barrio Las Palmas, donde casi un millar de policías, con apoyo de Gendarmería Nacional, fueron convocados para ser anoticiados, recién allí, adónde y por qué iban a allanar. 

Todo, coordinado por una mesa de operaciones encabezada por el propio fiscal Hairabedian, junto al jefe de Investigaciones Criminales, Alejandro Mercado, y el jefe de Delitos Contra la Propiedad, Carlos Palaver, en un diagrama en el que la Jefatura de Policía dispuso una cantidad de recursos humanos y materiales pocas veces vista. Un golpe que fue, también, todo un mensaje implícito.

La investigación arroja datos para el asombro. Aquellos que «levantan» (roban) un auto en la vía pública, reciben una paga e entre 50 mil y 80 pesos, aunque el monto puede ascender a 400 mil pesos si se trata de una camioneta de alta gama. Utilizan inhibidores, los antiguos «ganchos» para luego romper la alarma en milésimas y hasta armas de fuego para disuadir a los propietarios.

Después, aparecen los «enfriadores», aquellos que tienen cocheras (o que directamente prestas los garajes de sus casas) para que los ladrones dejen los vehículos robados estacionados y se aseguren de que no tienen seguimiento satelital o que hay demasiado interés en su búsqueda. Cobran entre cinco mil y 10 mil pesos por cada rodado, según los datos que figuran en la investigación.

A partir de entonces, aparecen dos caminos posibles.

Por un lado, aquellos que «desguazan» en tiempo récord un auto, y que cobran entre 50 mil y 200 mil pesos por cada uno, aunque en algunos casos acceden a hacerlo por menos dinero a cambio de alguna autoparte.

Villa La Tela se ha convertido, dentro de este universo, en un inmenso desarmadero a cielo abierto. «En cualquier patio arman un lugar para ‘cortar’ autos, es impresionante la cantidad de lugares que hay», alertó un investigador.

Este miércoles, cuando los policías llegaron hasta una tapera ubicada en calle Aviador Valenti, encontraron a dos jóvenes que estaban cortando, justo en ese momento, a un Fiat Palio que acaban de robar en barrio Las Flores. Aún no propietario, un policía, no había logrado hacer la denuncia judicial. Los ladrones lograron correr y saltar tapias para perderse por el centro de la manzana. Al auto ya le habían quitado el motor, los paragolpes y las cuatro ruedas, además de arrancarle el estéreo.

Al frente de esa vivienda aparece un inmenso terreno de la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea Argentina. La paradoja es cruel: los delincuentes han logrado ganarle parte de ese territorio a la institución y allí mismo también desguazan autos robados. 

Este miércoles, minutos después de las 9, mientras la cuadra estaba repleta de policías y el fiscal Hairabedian supervisaba todo en el mismo lugar, un grupo de niños de entre 4 y 11 años, atacó a piedrazos a tres soldados que llegaron hasta ese perímetro. «Así los fueron corriendo, a fuerza de piedrazos. Al final, la Fuerza Aérea se cansó y dejó que los delincuentes usurparan esa parte del terreno», agregó otro investigador.

Pero no todos los vehículos robados terminan por ser cortados con amoladora o motosierra. También, sobre todo con las camionetas de alta gama, se ha abierto un fenomenal mercado para llevarlos hacia el norte argentino e, incluso, cruzarlos hacia países vecinos. Para ello, es necesario la aparición de otras «células» compuestas por aquellos que le borran las grabaciones a los motores y a las otras autopartes con sellos, además de falsificar la documentación.

Entran en escena, también, los conductores que llevan las camionetas de una provincia a otra y hasta los empresarios, dueños de concesionarias, que brindan las «pantallas» necesarias para colocar de nuevo a estos rodados adulterados en el mercado legal. Los investigadores sospechan que varios de los compradores son productores rurales que buscan camionetas robadas, a menor precio, ya que sólo las van a utilizar campo adentro, sin riesgo de que recorran de nuevo alguna ruta pública.

El rol de los empresarios no es menor en toda esta trama. En Ceres, Santa Fe, a un paso de Santiago del Estero, en una suerte de triángulo con Córdoba, fue allanada una concesionaria ubicada sobre la ruta nacional 34, cuyo titular quedó detenido. Se le secuestró una suma millonaria entre pesos y dólares.

En Córdoba, dos dueños de casas de repuestos también quedaron presos acusados de haber introducido en sus negocios, entre la oferta legal, autopartes robadas que Scalamogna y compañía pulían, lustraban y colocaban en cajas que simulaban ser originales. «Estos empresarios sabían que estaban comprando mercadería ilegal», subrayó otra fuente de la investigación.

Los investigadores también encontraron otro modus operandi ya detectado en anteriores causas: propietarios que no pueden vender sus vehículos al valor deseado o que se encuentran con que no logran pagar la reparación de alguna rotura importante y terminan con pactar con los delincuentes un robo «simulado» para ir a cobrarle al seguro.

Pero además, existe otro ámbito para colocar en el mercado todo lo robado: los grupos cerrados de redes sociales y las plataformas de compra y venta por internet. En todos estos casos, los investigadores hallaron un código secreto: «Talle M». De esta manera, los delincuentes denominan a los vehículos enteros o a las autopartes robadas que ofrecen a la venta. «Ponen ‘Talle M’ en la descripción de venta y el comprador ya sabe que la mercadería está floja de papeles», enseñó un experimentado sabueso de Sustracción de Automotores.

Se trata de la economía circular del delito: una mayor demanda de autopartes (entre las que se cuentan las ruedas) que alimenta un mercado clandestino que ocupa a cada vez más personas que terminan por hacer de la delincuencia un modo completo de vida.

«Operación Fénix» aparece, ahora, como la causa por robos con más detenidos que la historia criminal de Córdoba recuerde. Una radiografía delictiva que deja al descubierto varios síntomas de una descomposición profunda.

Juan Federico-Cadena 3