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Vídeo Documental: Hace 25 años las fábricas de baterías de Ceres ya contaminaban y violaban normas

El Portal Aire de Santa Fe reveló un vídeo documental Tierra Dura, que se estrenó en 1996, donde revela los altos niveles de contaminación que generaban las fábricas de baterías y el grave pasivo ambiental que dejaron en la ciudad del noroeste santafesino.

Veinticinco años después, un video realizado en 1996 resulta un documento revelador de la indolencia con que las autoridades municipales, provinciales y administradoras de riesgos del trabajo trataron a lo largo de casi medio siglo los graves problemas de contaminación ambiental provocados por dos fábricas de baterías en la ciudad de Ceres, en el departamento San Cristóbal.

La muerte por contaminación con plomo de Xiomara Crespín, de sólo dos años, en los primeros días de enero pasado devolvió a la superficie un viejo conflicto en la comunidad de Ceres. La nena y su familia se habían asentado en el inmueble abandonado donde funcionó la fábrica de baterías Nesaglo (años antes Cer-Plac), que al quebrar en 2017 dejó un grave pasivo ambiental en la ciudad. Hay otras personas que viven allí a las que también se les detectó contaminación con plomo, y en especial dos niños a los que los médicos pudieron salvar.

El video documental Tierra Dura se estrenó en octubre de 1996 y fue ideado y producido por la Biblioteca Popular Gastón Gori de San Guillermo –de la que era parte el autor de esta nota–, la realización audiovisual corrió por cuenta de Horacio Ríos y Ernesto Figge de Rosario y contaba con música original de Héctor de Benedictis, locución de Eduardo Aliverti y fue declarado de interés provincial por la Cámara de Diputados. Es un viaje por los problemas ambientales del norte santafesino. En ese contexto le dedica un capítulo a las dos industrias de Ceres en ese momento: las fábricas de baterías Cer-Plac y Morbi.

El trabajo documental muestra el interior de las fábricas y toma testimonios que hoy resultan muy relevantes. Un operario de la fábrica Morbi explica que trabajaban 12 personas, 9 en el horno y tres en patio. —¿Tienen problemas de salud? —No, porque antes se hace tratamiento. Se hace análisis y si más o menos tiene 80 se hace tratamiento. Son cinco o diez frascos… Después te baja el plomo, se va a 40 y así… —¿No te repercute en nada? —No, hay que trabajar muchos años para joderse, 15 o 20 años sí, pero uno no va a estar acá, si te sale otro laburo… te cagás de hambre si no laburás.

Más adelante, el operario al que la cámara no toma el rostro, relata la manipulación que hace la empresa con el filtro de la chimenea, desconectándolo por la noche, en un proceso de producción de 24 horas. —¿El filtro trabaja las 24 horas? —No, ahora lo paramos a las siete y lo mandamos para chimenea… —¿Ah, hacen un rato con chimenea libre? —Sí, así no trabaja tanto el filtro.

(luego sería Nesaglo). Explica que armaba las baterías en Ceres pero tenía la fundición de plomo en Selva (a 17 kilómetros de distancia, en Santiago del Estero).  “La fui a poner en Selva, una porque me daban prioridad con los impuestos, y otra porque podía tirar chimenea libre…”, explica en referencia a la fundición de plomo sin filtros que retengan el polvo que vuela junto con el humo. “Si había que abrirla acá (del lado santafesino) había que hacerlo con filtro y todo, entonces decidimos por un par de años abrirla en Selva para acomodarnos. Y ahora estamos con filtro cero…”, confiesa. También indica que como “las baterías llevan mucho ácido, se queman los filtros, que son de chapa y se comen todos, se pudren”.

Otro testimonio es el del entonces senador provincial Carlos Cartas (UCR), quien había sido intendente de Ceres por varios periodos. Afirma que el control es de la provincia, que la Municipalidad controla “algo” en “la medida de las posibilidades” y afirma que a “la planta más grave le hicimos poner los filtros, que estando en funcionamiento no habría ninguna contaminación”, pero enseguida justifica: “Lo que pasa es que son mecanismos complejos y costosos que a veces no funcionan. Desde hace tiempo estamos observando que estos filtros funcionan, que la contaminación interna está bastante controlada. Son industrias de alto riesgo y siempre alguna contaminación tienen”, relativiza.

Cuando se le pregunta por los casos de ceresinos con problemas de salud a causa de ambas industrias, Cartas responde: “Hay casos de problemas de salud bastante considerables, pero no son muchos tampoco”. En otro tramo, el empresario Savena se compara con la competencia, que a diferencia suya sí tiene la fundición en Ceres, en el predio a la par de donde se arman las baterías: “Preguntale al intendente… hay 10/20 denuncias de la fundición esa. Hay un vivero al lado de la fundición esa, que (el propietario) está desesperado porque la gente del pueblo no le quiere comprar porque la verdura tiene plomo. Tiene razón, todo el humo le vuela ahí…”, afirma. También es muy explícito en cuanto a la cantidad de residuos peligrosos que generan esas industrias y su alta toxicidad. “Aparte los filtros, en 5 años se juntaron 250 toneladas de polvo, son 250 toneladas! No son bicoca!! Tiene un 35% de plomo ese polvo. Vos lo volvés a refundir y sacas un 35% de plomo. Yo no lo fundo porque es muy tóxico”.

Breve historia de las fábricas

Ambas fábricas fueron fundadas por familias de Ceres. Morbi por la familia Morbidoni; Cer-Plac por la familia Sabena. El padre se la dejó a sus cuatro hijos y su esposa. Ya en siglo XXI la familia decidió cambiar la razón social pero conservar la propiedad: Cer-Plac pasó a denominarse Nesaglo (acrónimo de Nestor Sabena y Gloria, la viuda y madre de los administradores de la empresa). La empresa vendía en el mercado interno y llegó a certificar normas de calidad internacional para poder exportar. Tras malos resultados y ya fallecido Gustavo, a mediados de la década pasada sus hermanas Adriana y Susana buscaron deshacerse de la empresa que estaba en caída libre. Intentaron sin resultados con gerenciadores de otros puntos del país; también “enchufársela” a los trabajadores ante el no pago de las indemnizaciones. Finalmente quebró y cerró en 2017, dejando, además de deudas con los trabajadores y otros acreedores, un fenomenal pasivo ambiental con consecuencias fatales. No sólo por Xiomara Crespín, sino por decenas de personas con diferentes niveles de contaminación y otras enfermas o fallecidas por enfermedades vinculadas al impacto ambiental que ni los organismos oficiales ni el sistema de ART neutralizaron.

Por Aire de Santa Fe